Xavier Escribà - Teo Soriano

Xavier Escribà, "Portrait de mon père", 2013-2014 acrílico sobre tela 115 x 113 x 8 cm.
Teo Soriano, "Azul", 2013 acrílico, esmalte y óleo sobre tela y madera 150 x 100 x 13,5 cm.
Xavier Escribà, "Després de l'inici (8 colors)", 2013-2014 acrílico sobre tela 75 x 80 x 30 cm.
Teo Soriano, "Sin título", 2012-2013 óleo y esmalte sobre tela sobre madera 180 x 140 cm.
Xavier Escribà, "Pels ulls de Paul Klee- 45 anys (violeta, verd, taronja)", 2014 acrílico sobre tela 55 x 78 cm.
Teo Soriano, "Taronja", 2014 acrílico, lino, DM y madera 100 x 100 x 14 cm.
Xavier Escribà, "The Last Cap de Creus (negre)", acrílico sobre tela 185 x 205 x 54 cm.
Teo Soriano, "Sin título (Jardín)", 2012-2013 óleo sobre tela 20 x 20 x 3,5 cm.
Xavier Escribà, "Amagat blanc", 2012-2013 acrílico sobre tela 84 x 84 x 35 cm.
Teo Soriano, "Barrio", 2012-2013 acrílico, alucobond, esmalte, óleo sobre lino, madera y DM 49,5 x 73 x 8 cm.
Xavier Escribà, "Rainbow", 2011 acrílico sobre tela 80 x 30 x 8 cm.
Teo Soriano, "Clochard 1", 2014 acrílico, esmalte y óleo sobre tela y madera 36 x 31 x 14 cm.
12 Junio - 31 Julio 2014

Irreverencias…

Lo primero que deberíamos entender al mirar las obras de Xavier Escribà y Teo Soriano es la importancia del medio; y lo segundo, que el medio es, precisamente, lo único que cuenta en sus obras. Podríamos decir que nos encontramos ante la plasmación visual de la famosa máxima que el canadiense Marshall McLuhan inmortalizó ahora hace exactamente 50 años: “El medio es el mensaje”. Sentencia que quizás alguien todavía la considere irreverente. 
No tenemos que buscar muchas más cosas. Cuando nos situamos frente las obras de estos dos artistas, lo que vemos, es lo que es y la intención del artista es hacernos partícipes de la propia y básica materialidad que conforma y constituye la obra en si.  En cierta manera, es un retorno a una especie de gesto primitivo, desnudo de pátina civilizadora. Así de sencillo, y a la vez así de complejo. Incluso, así de irreverente.
Los materiales empleados, genuinos protagonistas de sus obras, a pesar de ser los habituales en el oficio, acaban sorprendiendo al espectador, tanto por las alteraciones a las que han sido sometidos, como por la total negación a la tradicional jerarquía de su uso. Elementos que se consideran tradicionalmente superfluos, como un trozo de embalaje, un recorte de tela, una pieza intrascendente de madera, gruesos de pigmento sobrante… son dotados de personalidad propia. Aquello que previamente era inerte o invisible, ahora adopta vida y visibilidad. Alguien habrá que considere esto irreverente.
Y es cierto que al espectador le puede parecer desconcertante lo que experimenta visualmente, pero es un verdadero ejercicio de descubrimiento aquello que le somete y aprehende. Las lógicas narrativas que uno a veces espera encontrar en el arte, son aquí sorprendentemente superadas y transformadas en una lucha entre dinámicas contrapuestas: razón y orden contra instinto y embriaguez. El espectador es animado a dejarse llevar por la energía y el impulso surgido de esta chocante y equilibrada pugna. Seguramente, demasiado irreverente para el gusto de alguno. 
El resultado de esta colisión, nos entrega, en el caso de Teo Soriano, osados ensamblajes de maderas, metales y papeles, y pinturas que de lejos parecen campos de color uniformes pero que, al acercarnos, advertimos un ambiguo y enigmático universo de irregularidades y violaciones, perforaciones e imperfecciones deliberadas que aportan textura a la obra y alisan la tragedia inherente en el hecho de actuar tan irreverentemente. Esta devastación es, de hecho, el proceso creativo que radica en el fondo de las obras de Xavier Escribà. Su método inicial es organizado y calibrado pues trabaja en capas pictóricas  siguiendo una ordenación numérica concreta – una ordenación que acaba dando paso a la alteración. La obra, en su fase final, es doblada, penetrada, herida, agredida. Este íntimo y privado proceso de destrucción no es nada más que una reordenación, la edificación de una desnuda y renovada presencia que evocará aquello que llevaba en su interior.
Crear y re-crear, dentro y fuera, calma y violencia, lo apolíneo y lo dionisíaco, todo esto, amalgamado, es el universo de estos artistas, su medio, su mensaje… un mensaje irreverente.

Marc Domènech Tomàs